EL AMOR A LOS ANCIANOS

28.07.2014 19:11

El Amor a Nuestros Ancianos

            ¿Está usted preparado para cuidar la vejez de sus padres? Si tiene aún a sus padres y ellos están pisando o han  traspasado ya los umbrales de la vejez, lo felicito. Es una gran bendición tener la oportunidad de mostrar amor a aquellos que nos dieron el ser; expresar nuestra gratitud a los que nos dieron el sostén total durante gran parte de nuestra vida.

            Debemos desarrollar conciencia de nuestro deber de proveer para las necesidades de nuestros padres ancianos o para cuando sean ancianos. La palabra de Dios dice que debemos honrar a nuestros padres y esto incluye el respeto hacia ellos y la atención de sus necesidades en su vejez.

            Es de justicia servir a nuestros padres que nos dieron casa, alimento, ropa, limpieza, medicina, educación, protección y sobre todo, amor, durante 15, 20, 25 o más años de nuestra vida. Ellos sufrieron desvelos, preocupaciones, fatigas, desilusiones, y hasta vergüenzas por nosotros.

            En último caso, por amor a un prójimo que necesita el calor humano y la ayuda para sus necesidades materiales, físicas, emocionales y espirituales. En caso de que no haya mucho por qué agradecerles, consideremos como una oportunidad de servir a nuestros padres ancianos, como una expresión de amor al prójimo más próximo que tenemos.

            Debemos leer tanto como sea posible sobre la fisiología y la psicología de la vejez. Nos ayudará  a comprender a nuestros ancianos y  a saber cómo tratarlos para hacer más llevadero los últimos años de sus vidas. Como dicen los gerontólogos, agregar más vida a sus años, ya que por las leyes de la vida biológica, no podemos agregar más años a sus vidas. Esta comprensión biológica y psicológica de los ancianos hará más fácil nuestro trabajo al atenderlos y nos dejará mayores satisfacciones, pues lograremos mayores beneficios para ellos.

            Las crisis económicas recurrentes, el aumento de la población de ancianos y la carga de una educación más larga de los hijos, obligan a los padres llegar a la vejez con muy pocos recursos económicos. Esto nos obliga a proveerles vivienda adecuada, alimentos apropiados, ropa, aseo, medicina  a tiempo y sobre todo, el calor del amor que llena la necesidad más profunda de todo ser humano.

            Prepararnos en un espíritu de amor y con gozo hará más liviano nuestro deber. Que los hijos se asocien para compartir sus recursos en proporción a la capacidad de cada uno, sin egoísmos, pues así será más fácil el cumplimiento de tan noble obligación. Algunas veces, parientes cercanos pueden gozar el privilegio de ayudar a sostener a un anciano.

            Habrá ocasiones en que un anciano de la iglesia no tenga recursos propios, ni familiares, ni parientes que cuiden de él. La iglesia por medio de su ministerio de compasión deberá mostrar su amor y servicio a dicha criatura de Dios.

            En las familias cristianas y en las iglesias de Cristo no debe existir anciano desamparado. “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí lo hicieron” (Mateo 25:40 V. P.).

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