El dracma o la oveja

26.12.2016 18:19

¿Por qué el Dracma Sí y la Oveja No?

El templo estaba casi lleno. Los miembros de la iglesia estaban reunidos para la reunión anual. El superintendente de Distrito que presidía, dijo:

              _Antes de seguir adelante, necesito una pluma atómica roja, con tinta de color violeta. Hermano pastor, hágame favor de conseguirla, ¿quiere?

              Con un guiño, llamó al pastor y le dio un billete pálido con la figura de Hidalgo y la campana. Entre tanto que el solícito pastor recorría las tiendas del barrio, el superintendente, aplicando su sicología (por algo es superintendente) enfocó sus “rayos x” a los concurrentes para tomarles una radiografía.

              _Se dice que un laico africano hizo la siguiente afirmación: “Nuestro pastor no tiene tiempo para ir en busca de la oveja perdida; él está demasiado ocupado buscando la moneda perdida”. Para serles franco, yo no entiendo lo que exactamente quiso decir aquel hermano. Claro que tengo mis ideas, pero siendo yo un ministro, solo puedo pensar en esa declaración desde el punto de vista de un pastor. Pienso no equivocarme al decir que los laicos pueden dar una opinión más acertada acerca de lo que aquel africano quiso dar a entender.

              El hermano Acán Agarrado, quien solo va a la iglesia cuando hay sesión de negocios o llega algún visitante bien hablado, se paró intempestivamente, y dijo:

              _Hermano superintendente, pienso que ese africano dijo algo que se aplica a muchos pastores que no se interesan por el evangelismo, sino en las finanzas. Sus predicaciones no tratan sobre la salvación del alma, sino de ofrendas y diezmos. Ante la junta de la iglesia no presentan un programa de evangelización, sino solo proyectos y presupuestos de construcción, de reparación o de equipos.

              _Muchas gracias por su valiosa opinión_ dijo el superintendente haciendo un característico ademán con la mano izquierda.

              Acto seguido se puso de pie la hermana Safira de Codo, que por primera vez en su historia llegó a tiempo a una reunión, pues casi siempre llega cuando el pastor está pronunciando la bendición. Habló con mucho aplomo:

              _Profesor, digo, reverendo, lo que dio a entender aquel buen laico es que su pastor (¡je! ¡je! Pienso que ese era mi pastor), es decir, que ese señor no tenía tiempo de hacer visitas a sus feligreses y mucho menos para hacer las evangelísticas, porque solo andaba tras el dinero. Trabajando por ahí de pintor quizá, tal vez por allá de electricista; ya en negocios o como agente comercial; etcétera.

              _Hermana directora, perdón; hermana Safira, apreciamos en lo que vale la opinión suya. ¿Y usted, que opina hermano Ananías Robadiezmos?

              El tímido y sumiso esposo de doña Safira, se encogió de hombros, se paró lentamente y se concretó en decir: _Estoy completamente de acuerdo con lo que dijo mi sabia esposa.

              _Yo, más bien creo en lo que dijo el hermano Agarrado_ dijo don Judas Lotería sin pedir la palabra.

              Ahora_ dijo el presidente de la sesión _queremos escuchar la última opinión. Creo que el tesorero de la iglesia debe darnos su punto de vista. El hermano Bernabé Chipriota es un laico muy respetado; posee credencial de ministro licenciado, y en ocasiones de emergencia, la Junta Consultora lo ha nombrado pastor suplente de algunas iglesias.

              Antes de que el tesorero se dispusiera a hablar, el hermano Agarrado salió a tomar un poco de aire fresco; don Lotería cruzó la calle para comprar un “cachito” en la tienda de la esquina; mientras que los obesos Robadiezmos se hicieron los dormidos.

              _Creo que los hermanos Acán y Safira tienen bastante razón_ dijo el hermano Chipriota con voz fuerte.

              En esto el hermano Agarrado entró apresuradamente y tomó su lugar y los esposos Robadiezmos abrieron tamaños ojos.

              _Tienen bastante razón. Deseo agregar una pregunta y dar mi propia respuesta. ¿Por qué el pastor de ese africano estaba demasiado ocupado buscando la moneda perdida? Me supongo que dicho pastor tiene su esposa, sus hijos; sin duda necesita comer, vestirse, medicinarse; etc. Considero que la razón por qué el pastor referido insiste en el deber de diezmar y el gozo de ofrendar, a la vez que se ocupa de trabajos materiales, se debe sencillamente a que los miembros de su iglesia no pagan sus diezmos al Señor, ni ofrendan liberalmente. O si acaso lo hacen, la Junta de la Iglesia egoístamente no ha aprobado un justo honorario para su pastor. Finalmente, pudiera ser que la falta de sabiduría en la actitud del pastor originara la apatía de la iglesia. Aún en este caso, no se justifica la irresponsabilidad de la congregación.

              En esto llegó el pastor con la apariencia de uno que acababa de hacer doble faena en el campo; traía dos plumas rojas, una con tinta azul, con tinta verde la otra; bañado en sudor, jadeando y muy apenado, dice al superintendente:

              _No encontré con tinta violeta_ A lo que el líder le contestó:

              _No importa, después de todo, da lo mismo.

 

Tal como fue publicado en El Heraldo de Santidad, del 1 de febrero de 1975

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