Tema 3. LA SANTIDAD INICIAL Y COMPLETA

20.08.2014 14:21

Tema 3

LA SANTIDAD ES INICIAL Y COMPLETA

Por Jonás Aquino López

Nuestro Dios, que es un Dios de orden, tiene un gran plan para la salvación del ser humano. Así como el pecado es de dos clases, hay dos grandes obras de salvación, que los teólogos llaman dos obras de gracia. La Biblia habla del pecado innato, que es la tendencia hacia el mal que heredamos de nuestros padres, como lo expresa el salmista David: He aquí,  en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. (Salmo 51:5). Pecado innato es un término teológico; la biblia le da otros nombres. Ya vimos que David le llama maldad; El apóstol Pablo le llama carnalidad (1aCorintios 3:1-3).

El pecado personal, que es la acción voluntaria de quebrantar un mandato divino, del cual somos responsables, como el adulterio, el asesinato, el robo y muchos otros; por cuanto todos pecaron,  y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Todos hemos nacido con esa inclinación al mal; y todos hemos pecado voluntariamente.

Para resolver el problema del pecado personal, que también se llama actual, Dios otorga gratuitamente el perdón de los pecados, quitando la culpa del pecador arrepentido y librándolo de la condenación del infierno; este acto también se llama justificación, que Dios declara al pecador justo, sin culpa: justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5:1). Juntamente con este favor, Dios otorga la regeneración: Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hechos, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo (Tito 3:5); por medio de su Espíritu Santo siembra una nueva vida en el corazón del pecador arrepentido, por lo que también se llama nuevo nacimiento (Juan 3:3-8); consiste en que el Espíritu Santo da al creyente nueva manera de pensar, conforme a los pensamientos de Dios revelada en la Biblia, nuevos sentimientos de amor, de paz, de gozo y humildad; y una nueva actitud o disposición de obediencia a la voluntad de Dios; por eso San Pablo lo llama nueva criatura (2ª Corintios 5:17). Además, Dios le da la adopción, es decir, lo hace su hijo: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12); le da la bendición de escucharle cuando clama a él en medio de sus aflicciones, lo protege de las tentaciones y le da fuerzas para sobrellevar las situaciones difíciles de este mundo (Mateo 6:9-13; Salmo 91:14-16); además, lo hace heredero del cielo (1ª Pedro 1:3-4).

Estas tres bendiciones simultáneas: justificación, regeneración y adopción, constituyen la primera obra de gracia, que más comúnmente se llama salvación, y que los teólogos llaman santificación inicial. Esta santificación inicial se recibe por el arrepentimiento y la fe del pecador. Arrepentirse es reconocer que se es pecador y renunciar la práctica del pecado: (Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio (Hechos 3:19); creer es aceptar que Jesucristo es Dios, que llevó nuestras culpas en la cruz, que quiere salvarnos y puede cambiar nuestra vida: Si confesares con tu boca, que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo (Romanos 10:9).

Cuando el pecador o la pecadora ha creído en Cristo para ser salvo, que ha recibido la santificación inicial, comienza a vivir la nueva vida en Cristo. Esta nueva vida, también se llama vida regenerada o como dicen los teólogos, santidad inicial. En este sentido la Biblia llama santos a todos los creyentes: San Pablo dice que Cristo ha llamado a los ministros para perfeccionar a los santos par la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12). Aquí “los santos” se refiere a todos los que forman la iglesia, “el cuerpo de Cristo”, a todos los convertidos. Cuando Dios mandó a Ananías visitar a Saulo: Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén (Hechos 9:13). Aquí, “tus santos” se refiere a todos los creyentes que formaban parte de la iglesia (Hechos 8:3). La Primera carta a los Corintios fue escrita a los santificados, aunque eran todavía carnales y niños en Cristo (1:2; 3:1-3).

La santidad inicial también se llama santidad parcial, porque, aunque la persona ya se le ha perdonado sus pecados personales, aún queda en su corazón el pecado original, contra el cual tiene que seguir luchando, porque esta tendencia hacia el mal va a querer vencer la voluntad del nuevo regenerado. Pero hay poder interno, del Espíritu Santo, para salir vencedores sobre este impulso: Digo, pues, andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu no estáis bajo la ley (Gálatas 5:16-18).

Los hermanos de Corinto tenían la santidad inicial o parcial cuando el Apóstol Pablo les escribió la primera carta: a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús (1ª Corintios 1:2); pero les faltaba la entera santificación porque todavía eran carnales: De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda, porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres? (1ª Corintios 3:1-3).

Por eso es que el cristiano necesita la segunda obra de gracia, la entera santificación, cuando se destruye el poder del pecado innato. Sobre este tema seguiré hablando en las lecciones siguientes.

Preguntas a mi correo: jaquinol@hotmail.com

 

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