Las tres Direcciones

02.09.2016 14:18
Las Tres Direcciones

 

Esta es la comparación de la veleta, el río y la brújula.

          La veleta es alta y visible, gira solo sobre ella misma, cuando hay viento, y en tantas direcciones como el viento que la mueve. Hay hombres veletas. Son muy notables porque son inquietos y hablantines; se mueven y hablan solo para atraer la atención de otros sobre ellos mismos; responden a todos los estímulos de todas las direcciones, pero en nada son constantes.

          El río se forma por una corriente de agua, su dirección es indefinida, se tuerce porque sigue el curso de menor resistencia y siempre tiende hacia abajo porque lo atrae la fuerza de gravedad. También hay hombres ríos. Torcidos en su conducta, no tienen un carácter firme y definido porque no se enfrentan con decisión a los obstáculos que encuentran a su paso: prefieren rodear las oposiciones y caen en nuevos barrancos; la fácil vida mundana los atrae a su centro gravitacional.

          La brújula es un instrumento que tiene una manecilla doble montada sobre un pivote. El lado imantado de la manecilla apunta siempre hacia el norte por la fuerza del polo magnético terrestre que la atrae. En cualquiera situación o circunstancia apunta siempre hacia el norte; en tierra, mar o aire, de noche o de día siempre es igual. Así es el hombre a quien nada ni nadie lo mueve de su correcta posición. El cristiano cuyo corazón está lleno del Espíritu Santo, por ley, la manecilla de su personalidad tiene que apuntar siempre hacia Dios que es el centro magnético del universo, y a su prójimo por reflexión e inducción.

Publicado en el Heraldo de Santidad del 15 de febrero de 1971

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