LOS LIBROS APÓCRIFOS

27.08.2014 21:17

Los Libros Apócrifos

 

Los libros apócrifos o deuterocanónicos que aparecen en las biblias editadas por la Iglesia Católica Romana, no son de inspiración divina ni base segura para fundar una creencia o práctica, ¿Por qué?

El mismo nombre apócrifo indica que es de autoridad desconocida. San Jerónimo usó esta palabra para señalar los libros que no pertenecen a la lista de libros inspirados divinamente. Los católicoromanos usan la palabra deuterocanónicos para designar esos libros, palabra que significa secundariamente canónicos; admitidos como de inspiración divina por el Concilio de Trento 15 siglos después de haberse cerrado el canon.

Los judíos a quienes “les ha sido confiada la Palabra de Dios” (Romanos 3:2), nunca consideraron estos libros inspirados divinamente. El Talmud no los incluye en los libros del Antiguo Testamento. Flavio Josefo, respetable historiador judío del siglo primero, menciona la lista de los libros considerados de inspiración divina, y no incluye los llamados deuterocanónicos.

El Señor Jesucristo, quien tantas veces se refirió al Antiguo Testamento, nunca citó ninguno de los libros apócrifos. Aunque acusó a los judíos de haber olvidado los mandamientos de Dios, por aferrarse a la tradición de los hombres, no los acusó de haber rechazado los libros apócrifos, porque no fueron parte del Antiguo Testamento.

En los escritos de los apóstoles del Señor, hay más de un millar de citas del Antiguo Testamento, pero ninguna de ellas se refiere a los deuterocanónicos.

El mismo testimonio interno de los libros apócrifos revelan su falta de autoridad divina. Vienen algunos ejemplos: Tobías 4:12 lee: “Por cuanto la limosna libra de todo pecado, y de la muerte eterna, y no dejará caer el alma en las tinieblas del infierno”. Mientras que el texto sagrado dice: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24). Por lo tanto, Tobías miente y dice lo contrario de la Palabra de Dios.

En Judith 1:5 dice: “Pero Nabucodonosor, rey de los Asirios, que reinaba en la gran ciudad de Nínive”. En ninguna parte de los libros sagrados se nos dice que Nabucodonosor fuera rey de Asiria en Nínive, sino “Nabucodonosor, rey de Babilonia” (2º Reyes 24:1; Daniel 1:1).

Sabiduría 6:28 dice: “Porque Dios solamente ama al que mora con la sabiduría”. Mientras que la palabra inspirada dice: “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Y juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo…”

Los evangélicos aceptamos como canónicos únicamente los 39 libros del Antiguo Testamento, reconocidos por los judíos, por Cristo y sus apóstoles, y los 27 del Nuevo Testamento. Negamos que los llamados deuterocanónicos sean de inspiración divina. Con mucha razón San Jerónimo los llamó apócrifos.

Publicado en EL HERALDO DE SANTIDAD del 1º de noviembre de 1974.

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