Pastores o impostores
PASTORES O IMPOSTORES
Po Jonás Aquino López
Jesús dijo que de dentro del corazón sale las maldades, esto es, de los corazones pecaminosos. También habló de los corazones limpios. También dijo que de la abundancia del corazón habla la boca. Las palabras, las actitudes y las acciones son del color del corazón, a veces maquillados. Pastores y laicos, líderes y seguidores compartimos estas leyes. Así hay pastores y pastores, líderes y líderes.
Hay pastores y líderes que, llenos del Espíritu Santo, son movidos en todo por el amor. La gloria propia y las ventajas económicas no son sus intereses. Hablan y actúan para la gloria de Dios y para el bien de sus seguidores. Trabajan, sirven para cumplir su misión, su visión y su tarea. Muchos de ellos solo reciben lo indispensable para vivir, y son felices. Su gozo es el fruto del Espíritu en la vida de los demás. Este es su recompensa. Y viven sin quejarse porque no tienen nada de qué quejarse, pues no están buscando ni esperando lo que no tienen. Estos son los que dan el mensaje de salvación a los pecadores, que edifican a los creyentes, que consuelan, animan, orientan a los dolidos del alma y enfermos del cuerpo. Se gozan con los que ríen y sufren con los que lloran. La empatía los une a las ovejas descarriadas y sufrientes, tanto, como con las sanas y productivas. Éstos son los que necesita el mundo y la iglesia, y los que serán recordados con aprecio. De estos dice Pablo a los creyentes: Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar, pues la Escritura dice: “No pondrás bozal al buey que trilla” y “Digno es el obrero de su salario” (1ª Timoteo 5:17-18).
Pero hay también otros tipos de pastores y líderes.
Están aquellos que buscan gloria, fama, reconocimientos. Buscan ser vistos. Halagan a los que tienen y pueden darle posiciones donde pueden satisfacer su ego. Cuando se acerca la elección de líderes para altos puestos, sonríen, halagan, papachan y supuestamente sirven a los votantes, a fin de lograr sus votos. Sueñan y se comportan como merecedores del alto puesto. Cuando “sirven”, solo por las ventajas que les pueda traer, no por amor al feligrés o al prójimo. Hacen alarde de algunos logros o insinúan que los logros de algunos se debe a su liderazgo. Lo primero se llama triunfalismo, lo segundo, robo de honor. Evitan que sus seguidores o feligreses vean y oigan a los que pudieran desplazarlos de su pedestal. Los feligreses o seguidores necesitados de orientación, consejo, consuelo y visitación, están en el olvido. Gracias a Dios que éstos son atendidos por miembros y seguidores llenos del amor del Espíritu Santo. Si la iglesia crece no se debe a su liderazgo, sino de los fieles que aman a Dios y a su prójimo.
Otros buscan dinero, recursos económicos abundantes para disfrutar de cosas, de comodidad, de ropas finas y de placeres. Hacen amigos de los miembros influyentes y les piden que ellos aboguen por aumentos constantes de salarios en su Junta de Iglesia, su Junta Consultora o junta de gobierno. Manipulan para colocar en puestos de privilegios a aquellos que les apoyarán ante la Junta, ante la iglesia, ante la asamblea, para obtener aumentos de sueldos, el vehículo, los muebles, la casa y otros bienes que anhelan. Al mismo tiempo cuidan que el dinero de la iglesia, del distrito, de la institución no se distribuya para satisfacer las necesidades de los que merecen o por lo menos, necesitan y es deber de la institución apoyar, todo para que haya suficiente para sus propias solicitudes. Son tacaños cuando se trata de pagar a sus servidores o colaboradores, pero esperan generosidad para ellos mimos.
Hay quienes son perezosos y comodines. No visitan a sus feligreses necesitados de consuelo, ánimo y orientación, excepto a los acomodados, por conveniencia. Si la iglesia, el distrito o la institución que dirigen crece, se debe a los fieles creyentes o colaboradores que sirven a Dios por amor, sin esperar gloria, sino el gozo de ver cumplida su misión y el logro de las metas.
Se dice que la iglesia, el distrito o cualquiera institución, a veces crecen, gracias a sus líderes; otras veces crecen no por sus líderes y otras, a pesar de sus líderes. También se puede decir que algunas instituciones no crecen a pesar de sus buenos líderes, o de sus buenos colaboradores, por la falta de respuesta de la gente.
Otros tienen dos o todas las “cualidades” (características fuera de enfoque) mencionadas en líneas anteriores. Esto es lo más común, cojear con las dos piernas.
Usted y yo (si usted es un líder) debemos hacer un examen de nuestros motivos y nuestros propósitos. Debemos recordar a qué nos llamó el Señor y que le vamos a entregar cuenta de nuestra mayordomía. Si estamos edificando con materiales imperecederos o con paja que destruirá el fuego. Si alguien edifica sobre este fundamento (Cristo) con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y hojarasca, la obra de cada uno será manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, pues por el fuego será revelada. La obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará. Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, él recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quema, él sufrirá pérdida, si bien el mismo será salvo, aunque así como por fuego (1ª Corintios 3:12-15).
Debemos examinarnos si tenemos una actitud de servicio; una actitud de humildad; que somos servidores y no dueños de la feligresía o de los pastores. Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. (1ª Pedro 5:2-4).