Perfume de amor

08.08.2017 16:11

Perfume de Amor

Aquel miércoles santo Jesús se quedó en Betania. Allí le ofrecieron una cena. Juan 12:1-8 dice que Marta era la que servía, le agradaba servir al maestro con su trabajo. Lázaro, a quien Jesús había resucitado, probablemente el anfitrión, era uno de los que estaban a la mesa. Lo extraordinario en esta cena fue la acción de María y la reacción de los presentes. De aquí en adelante nos basaremos en el relato que da Marcos 14:3-9.

          El alto precio del amor.  Ofrecer un banquete a una persona ya era un honor que revelaba el aprecio del anfitrión. Pero la estimación era un exceso singular si al convidado se le ofrecía agua para lavarse las manos y lavarle los pies, y además, se le daba un beso de saludo y se le ponía un poco de aceite perfumado o agua de colonia en la cabeza. María fue al extremo.

          María no usó un poco de agua perfumada sino el ungüento de nardo puro. El auténtico perfume de un precio muy elevado. Un jornalero necesitaría ahorrar toda la ganancia de su trabajo durante un año para poder comprar un frasco de este perfume finísimo.  Esto revela el alto amor que María tenía por su Maestro y Salvador.

          El amor no es mezquino. No busca lo menos lo más barato para dar a su Salvador, sino lo más valioso que tiene. Abraham estuvo dispuesto a ofrecer a  su único hijo. Jacob ofreció a Dios los diezmos de todas sus ganancias. David no quiso ofrecer a Dios un sacrificio que no le costara y pagó un alto precio a Arauna por el lugar, por los bueyes y por la leña para edificar un altar y ofrendar a Dios.

          Bernabé vendió una propiedad y entregó todo el dinero a Dios, por medio de la iglesia. Los cristianos de macedonia, aunque eran paupérrimos, dieron ofrendas conforme a sus fuerzas y aun más allá de sus fuerzas, y lo hicieron con agrado.

          La reacción del egoísta. ¿“Por qué no fue vendido este perfume vendido por trescientos denario y dado a los pobres?” Juan dice que Judas Iscariote el que inició esta campaña de murmuración y ganó algunos partidarios que comenzaron a pensar como él. Pero la verdad es que Judas era motivado “no porque se cuidara de los pobres, “sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.” ¡Ah, Tesorero ladrón!

          Algunos se enojan porque otros dan mucho a la iglesia, no porque se preocupen de la economía de éstos, sino porque sienten codicia. “Tanto dinero me podría servir a mí.”

          Hay personas que son egoístas y se molestan porque su cónyuge ofrenda bastante dinero a la iglesia. “Lo quiero todo para gastar en mis deleites.”

         La reacción de Jesús. Marcos dice que Jesús defendió la acción de la mujer diciendo: “Buena obra me ha hecho.” Esta obra era buena porque fue hecha con amor sincero; una obra de gratitud por la salvación de su alma; obra de testimonio a favor de Cristo; una obra de valor, pues lo hizo en público y sin que le estorbara el temor a la crítica de aquellos que mal interpretaran su acción.

          Si sus acciones son motivadas por el amor y la gratitud, desempéñelas en las mejores circunstancias posibles y luego despreocúpese de las críticas. Las críticas pueden revelar una de estas dos condiciones: está mal, o está bien. Haga un examen sincero.

          Si las críticas revelan que efectivamente está haciendo mal, dé gracias a Dios por descubrirlo, corríjase y destruya así el fundamento de futuras críticas. Si su autoexamen revela que usted está actuando bien, dé gracias a Dios y muestre compasión hacia sus críticos: O están mal informados, o revelan que están enfermos del alma; ámelos.

         El impulso del amor ahora. Jesús dijo que este ungimiento preparaba su cuerpo para su sepultura. Quién sabe si María entendió que su Maestro moriría pronto. Si lo sabía, hizo lo que probablemente no podría hacer después. Si no lo sabía fue mucho más juiciosa, porque nadie puede asegurar que tendrá otra oportunidad después.

          Lo importante es hacer luego lo que el corazón lleno de amor quiere hacer en bien del amado, Tal vez no haya otra oportunidad de hacerlo después. Ame y sirva a Dios ahora que vive. ¿Quién sabe si mañana tendrá oportunidad? Exprese su amor a sus seres queridos ahora que ellos viven, porque cuando estén muertos no podrán ver la belleza ni oler la fragancia de sus flores, ni oír de sus labios la alabanza de sus virtudes.

          Aroma que perdura.  La fragancia de aquel perfume, dádiva de amor, no solo llenó toda la casa, sino que el ejemplo de tal acción se extendió cual fragancia imperecedera por toda la extensión de la tierra, donde y cuando se ha predicado el Evangelio. Aquí y ahora mismo podemos percibir la dulzura de esta fragancia de amor.

          La fragancia de las buenas acciones dura mucho tiempo en la memoria y en el corazón. Bendicen al dador y al receptor.

          La más bella acción de amor es la de Dios: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La primera y más bella acción de amor humano es: rendir el corazón a Dios en amor y fe.

Tal como fue publicado en El Heraldo de Santidad, del 15 de agosto de 1979

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