Promesas, Promesas y Promesas

18.02.2017 18:14

PROMESAS, PROMESAS Y PROMESAS

 

Quizá es mi sino. No estoy seguro que sea la experiencia de todos. Me  han hecho sin número de promesas, todas espontáneas, porque no sé pedir ni quejarme. Lo que pido es que oren por mí. Un cálculo a groso modo, da un 5% de promesas cumplidas; 95% de las promesas que me han hecho, no se cumplieron. ¿Me estoy quejando?  No. Quiero reflexionar el fenómeno y sacar alguna lección.

He olvidado muchísimas promesas. Recuerdo algunas como ejemplos. Una persona de generosos ingresos, no  de mi iglesia, que le gustaba asistir a los cultos donde yo pastoreaba, cuando supo que me iba a retirar del servicio pastoral, sin pensión alguna, me hizo una generosa e increíble promesa. Me abriría una cuenta bancaria en la que él pudiera depositar y consultar el saldo, y yo pudiera ir retirando lo que fuera necesitando. En la medida que se fuera agotando el saldo, él iría depositando su apoyo económico. La promesa era tan generosa, como inaudita. Yo dudé que la cumpliera, pero no se lo expresé, ni se lo recordé nunca. Por supuesto, no se cumplió, a lo menos, hasta ahora, siete años después. En las mismas circunstancias, una pareja, tampoco de mi iglesia, pero con negocios, prometió estarme visitando periódicamente en mi terrenito, para llevarme su apoyo, se entendía que sería en víveres y otras cosas. Esta promesa era más viable. Tampoco se ha cumplido, ni una vez.

Hace siete años, un hermano me prometió apoyarme para la publicación de uno de mis libros. No lo hizo, al menos, hasta ahora. Hace dos años, una hermana ofreció lo mismo, aún no se cumple. Estos sí son nazarenos

Un hermano (no nazareno) ofreció llevar a mi terreno una pipa que ya no usaba, lo llevaría al pasar la época de lluvias. Ya pasaron cuatro temporadas de lluvias y la pipa no llega. En otra ocasión prometió llevarme elotes, dudé que cumpliera porque sabía que era olvidadizo, así fue, no los llevó

Un pastor (no nazareno) prometió llevarme una despensa a mi casa. Mencionó una lista de contenido de la despensa, preguntándome, si yo consumía tales productos, hasta se me hizo agua la boca. Se olvidó mi hermano.

Me resulta curiosa la experiencia. No me quedo esperanzado de recibir todo lo que me prometen, ni me afecta, en lo mínimo en mis sentimientos; menos que haga un juicio negativo acerca de éstas personas. Las saludo, convivo con la mayoría de ellas. No me gusta hacerles sentirse mal recordándoles sus promesas. No me gusta hacer sentirse mal a nadie. Cuidaré que las personas referidas no reciban este mensaje. Espero no olvidarme.

Me pregunto, solo por reflexionar, ¿cuál será la causa de tantas promesas sin cumplir? ¿Será que en un momento de compasión y buena voluntad de servir, ofrecen dar ayuda, pero luego se olvidan? ¿Será que es más fácil recordar lo que nos prometen que lo que prometemos? Me niego a pensar que estos buenos hermanos, solo traten de ilusionar a uno, sin la intención de cumplir sus promesas; Me niego a pensar que solo traten de aparentar bondad y después finjan que se olvidaron.

Me pregunto si algunas veces he prometido algo y me he olvidado. Pienso, que si no       las cumplí fue por haberme olvidado. Quizá, como yo, no les gusta recordarme lo que he prometido. Me gustaría que las personas a quienes les he incumplido una promesa, me lo recordaran; ya sea para cumplirla, si todavía es viable o para pedir perdón.

¿Cómo evitar hacer promesas sin cumplir? Tengo algunas sugerencias. Una, cuando hagamos promesa a alguna persona, le pidamos que nos haga favor de recordárnosla; quizá pocos lo hagan. Dos, Tengamos una libreta o una carpeta en nuestra computadora, para escribir nuestros compromisos y revisarla periódicamente. Tres, pensemos dos veces antes de hacer una promesa o compromiso; preguntémonos si es algo que podremos cumplir; si se trata de compromisos para cierta fecha y no tenemos nuestra agenda a la mano, pidamos a la persona a quien le hemos prometido algo, que nos llame para confirmarla, y si nosotros nos acordamos, seamos los primeros en llamar para confirmar el compromiso.

Sin embargo, he recibido muchas bendiciones no prometidas, de muchos hermanos y hermanas, que generosamente me dan su amoroso apoyo. Muchas veces expresé mis agradecimientos en mi difunto aboletín Solo por Decir y en mi página web, también clausurada. Últimamente lo he hecho por este medio.

A todos mis hermanos y hermanas, Misiones Nazarenas locales, zonales  distritales; muchas gracias por su amoroso apoyo económico, espiritual y social.

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