Tema 10. La Santificación es para tí, aquí y ahora

04.11.2015 12:54

LA ENTERA SANTIFICACIÓN ES PARA TI AQUÍ Y AHORA

            Cuando Jesús oró por sus discípulos, según Juan 17, dijo: Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad... Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos (vs. 17 y 20). ¿No le emociona saber que estaba usted incluido en esa oración de Jesús? Usted y yo hemos creído en Cristo por la palabra que sus discípulos nos dejaron en el Nuevo Testamento. ¡Jesús oró por usted y por mí! Oró para que también nosotros seamos santificados. ¿Pediría Cristo algo que el Padre no podría concederle? No. ¿Contestará Dios la oración de Jesús? Sí. Luego, usted puede ser santificado.

            Cuando San Pedro predicó su primer sermón, precisamente el día del Pentecostés, les dijo a los judíos reunidos, de Jerusalén y los que habían venido de 14 diferentes países: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (v. 39). Así que la promesa del Padre, de dar el Espíritu Santo para purificar los corazones, no fue solo para los judíos, sino “para todos los que están lejos”. Usted no puede estar tan lejos que Dios no esté presente. “Para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. Usted  ha sido uno de los millones que el Espíritu Santo ha llamado, tocado y regenerado. Si se ha arrepentido para perdón de los pecados, tiene la primera obra de gracia y llena el requisito para recibir el Espíritu Santo. ¡Para usted también es la promesa! ¿Qué es lo que debe hacer para obtener la Plenitud del Espíritu Santo?

LA SANTIFICACIÓN SE OBTIENE POR LA CONSAGRACIÓN Y LA FE

           Y ahora, ¿cómo puede obtener la pureza de corazón? ¿Cómo puede recibir la plenitud del Espíritu Santo? O sea, ¿la “entera santificación”? Hay  dos condiciones: entera consagración  fe.

            Entera consagración, entrega total. Considere los siguientes versículos: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus apetitos; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos  vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:12,13). “vuestros miembros” y “vosotros mismos” significan la totalidad de vuestro ser. No permitan que el pecado, que todavía está en ustedes, aunque controlado por la regeneración, tome control de sus vidas; sino consagren a Dios la totalidad de su ser para que destruya el poder del pecado y la usen para el servicio a Dios. “Así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y la iniquidad, así ahora, para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia” (Romanos 6:19). El propósito de la consagración es purificación del corazón.

“Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2 RVR1995). Este es una exhortación a los “hermanos”, los que ya son justificados por la fe en Cristo, han sido regenerados por el Espíritu Santo y son nuevas criaturas, los que han sido hechos hijos de Dios por creer en Jesucristo. “Por las misericordias de Dios” se refiere al sacrificio de Cristo para salvación y santificación, la promesa de purificar el corazón de los creyentes. Presentar “vuestros cuerpos” significa entregar vuestras personas a Dios, someterlos a su voluntad, para que Él cumpla su propósito de  santificarlos.

Entera consagración es que entregue a Dios todo su ser: Su cuerpo para ya no servir a la impureza y la iniquidad, sino, para servir a la justicia; Pero el cuerpo ya no es para la fornicación, sino para el Señor... glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo (1ª Corintios 6:13,20). La mente para conocer más a Dios, su Palabra y su voluntad; para ya no echarle basura ni pensamientos pecaminosos, sino pensamientos puros: todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8).

Que entregue su sentimiento para que Dios lo limpie de los impulsos pecaminosos: envidias, celos, odios, orgullos y deseos malos: Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías...No busquemos la vanagloria (Gálatas 5:19-21,26); y lo llene de actitudes santas: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza... Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:22-24).

Que entregue su voluntad para que esté sometida a la voluntad de Dios, para una obediencia completa: Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais, estando en vuestra ignorancia, sino, como aquel que os llamó es santos, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir... Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros  entrañablemente, de corazón puro  (1ª Pedro 1:14,15,22).

            Sacrificio vivo. Quiere decir, ofrenda viva; todo el ser que se entrega a Dios para toda la vida. Es un sacrificio “santo”, parcial o inicialmente santo, desde que se convirtió a Cristo, porque entonces le dio el perdón y la regeneración; ahora, para que esa santidad se perfeccione; Vamos adelante a la perfección (Hebreos 6:1).

Esta consagración es agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto, la esencia de la adoración a Dios. En la adoración le damos a Dios alabanza, ofrenda, diezmos, gratitud, atención a la Palabra, etcétera; pero la verdadera adoración comienza cuando nos damos nosotros mismos a Dios. Solo entonces, Dios el Espíritu Santo llenará el corazón y hará la limpieza total de la maldad, del pecado innato, de la carnalidad.

Comento, ahora, el verso 2 de Romanos 12. No os conforméis a este mundo significa, no vivan conforme a la filosofía (ideas) de este mundo, que ya no sigan practicando las costumbres y la moda de esta época, no tomen la forma de esta era, en el caso nuestro, de esta era posmoderna; más propiamente dicho: no dejen que el mundo les forme. Se refiere al carácter, al los aspectos éticos, a la conducta moral. Al contrario: transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento. Más bien, permitan que el Espíritu Santo haga la obra de transformación. Una transformación desde el interior, de la mente, del corazón, de las actitudes, al eliminar el poder del pecado innato, para que vivamos como ciudadanos del cielo. Es una transformación interior para ser transfigurados exteriormente; un cambio interior que se manifiesta en el exterior; manos limpias surgidos de un corazón puro (Salmo 24:4).

“La buena voluntad de Dios” es vuestra santificación (1ª Tesalonicenses 4:3). Es agradable para Dios y para el que experimenta esta pureza porque trae profundo gozo y paz (Gálatas 5:21). La pureza del corazón nos libera del poder del pecado interno, y podemos gozar de una vida abundante, plena, satisfactoria; que le da verdadero sentido a la vida.

Fe. En realidad, no se puede hacer una entrega total del ser a Dios, si no hay fe para santificación. Fe es la condición del corazón que se apropia de la experiencia santificadora.

            San Pedro afirmó lo siguiente: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo (a los gentiles) lo mismo que a nosotros (los judíos), y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:8-9). El Espíritu Santo purificó los corazones de judíos y gentiles; ellos tuvieron que creer en la promesa del Padre, confirmado por Cristo; creyeron en el poder del Espíritu Santo para purificarles. San Pablo afirma lo mismo en 2ª Tesalonicenses 2:13: Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados  por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación. Mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” “Fe en la verdad” significa confianza en todo lo que la Sagrada Escritura dice respecto a la santificación. Que es un mandato, que Dios prometió darnos el Espíritu Santo, que el Espíritu Santo es el que santifica, que Dios puede hacerlo en usted. Que el mismo Dios de paz os santifique por completo... fiel es el que os llama, el cual también lo hará (1ª Tesalonicenses 5:23,24)

            Fe es confianza en que Dios lo hará ahora; es la fuerza interna que nos lleva a la consagración total. La verdadera fe es la que lleva a la acción: Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu (1ª Pedro 1:22).

            Consagración total y fe completa. Aquí es donde a veces el cristiano entra en crisis, luchando entre el deseo de la carne que no quiere morir y la voz del Espíritu Santo que llama a la santificación. Es este el momento cuando decide continuar bajo el acoso de la carnalidad, o someter su voluntad a la voluntad de Dios. La consagración es el acto voluntario y de fe, de entregar el yo carnal para que sea crucificado, como dice Gálatas 5:24: Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:16-24)Para que podamos testificar como Pablo: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo (el yo carnal), mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo (libre del pecado innato) en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios (Gálatas 2:20).

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