Tema 11. LA SANTIFICACIÓN SE RECIBE POR LA CONSAGRACIÓN Y LA FE

04.02.2016 08:19

LA SANTIFICACIÓN SE OBTIENE POR LA CONSAGRACIÓN Y LA FE

            Y ahora, ¿cómo puede obtener la pureza de corazón? ¿Cómo puede recibir la plenitud del Espíritu Santo? La experiencia que también se ha llamado “segunda obra de gracia”, “entera santificación”, “llenura del Espíritu Santo” y “perfección cristiana”.

Hay dos condiciones inmediatas para poder recibir la promesa del Padre. Son entera consagración y fe.

            Entera consagración, entrega total. Considere los siguientes versículos: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus apetitos; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos  vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:12,13). “vuestros miembros” y “vosotros mismos” significan la totalidad de vuestro ser. No permitan que el pecado, que todavía está en ustedes, aunque controlado por la regeneración, tome control de sus vidas; sino consagren a Dios la totalidad de su ser para que destruya el poder del pecado y la usen para el servicio a Dios. “Así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y la iniquidad, así ahora, para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia” (Romanos 6:19). El propósito de la consagración es la santificación, que es purificación del corazón del pecado innato.

“Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2 RVR1995). Este es una exhortación a los “hermanos”, los que ya son justificados por la fe en Cristo, han sido regeneraos por el Espíritu Santo y son nuevas criaturas, los que han sido hechos hijos de Dios por creer en Jesucristo. “Por las misericordias de Dios” se refiere a sus promesas, al sacrificio de Cristo para salvación y santificación, la promesa de purificar el corazón de los creyentes. Presentar “vuestros cuerpos” significa entregar vuestras personas a Dios, someterlos a su voluntad, para que Él cumpla su propósito de  santificarlos para su servicio.

Entera consagración es que entregue a Dios su cuerpo, su mente, su sentimiento y su voluntad. Su cuerpo para ya no servir a la impureza y la iniquidad, sino, para servir a la      justicia; Pero el cuerpo ya no es para la fornicación, sino para el Señor... glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo (1ª Corintios 6:13,20). La mente para conocer más a Dios, su Palabra y su voluntad; para ya no echarle basura ni pensamientos pecaminosos, sino pensamientos puros: todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8).

Que entregue su sentimiento para que Dios lo limpie de los impulsos pecaminosos: envidias, celos, odios, orgullos y deseos malos: Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías...No busquemos la vanagloria (Gálatas 5:19-21,26); y lo llene de actitudes santas: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza... Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:22-24).

Que entregue su voluntad para que esté sometida a la voluntad de Dios, para una obediencia completa: Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais, estando en vuestra ignorancia, sino, como aquel que os llamó es santos, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir... Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros  entrañablemente, de corazón puro  (1ª Pedro 1:14,15,22).

            Sacrificio vivo. Quizá hace referencia al sacrificio de paz, que era ofrecida en gratitud por la reconciliación con Dios (Levítico 3). Quiere decir, ofrenda viva; todo el ser que se entrega a Dios para toda la vida. Es un sacrificio “santo”, parcial o inicialmente santo, desde que se convirtió a Cristo, porque entonces perdonó todos sus pecados, ahora, para que esa santidad se perfeccione purificando el corazón de pecado innato; Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección (Hebreos 6:1).

Esta consagración es agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto, la esencia de la adoración a Dios. En la adoración le damos a Dios alabanza, ofrenda, diezmos, gratitud, atención a la Palabra, etcétera; pero la verdadera adoración comienza cuando nos damos nosotros mismos a Dios: todo lo que somos y todo lo que tenemos. Es la adoración que un ser racional debe darle a Dios. Solo entonces, Dios el Espíritu Santo llenará el corazón y hará la limpieza total de la maldad, del pecado innato, de la carnalidad.

Comento, ahora, el verso 2 de Romanos 12. No os conforméis a este mundo significa, no vivan conforme a la filosofía (ideas) de este mundo, que ya no sigan practicando las costumbres y la moda de esta época, no tomen la forma de esta era, en el caso nuestro, de esta era posmoderna; más propiamente dicho: no dejen que el mundo les forme. Se refiere al carácter, al los aspectos éticos, a la conducta moral. Al contrario: transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento. Más bien, permitan ser transformados, porque el cristiano se entrega a Dios para que el Espíritu Santo haga la obra de transformación. Es una transformación desde el interior, de la mente, del corazón, de las actitudes, al eliminar el poder del pecado innato, para que vivamos como ciudadanos del cielo. Es una transformación interior para ser transfigurados exteriormente; un cambio interior que se manifiesta en el exterior; manos limpias surgidos de un corazón puro (Salmo 24:4). Este cambio interno es lo que pedía David: ¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí! (Salmo 51:10).

“La buena voluntad de Dios” es vuestra santificación (1ª Tesalonicenses 4:3). Es agradable para Dios y es agradable para el que experimenta esta pureza porque trae profundo gozo y paz (Gálatas 5:21). La pureza del corazón nos libera del poder del pecado interno, la carnalidad, y podemos gozar de una vida abundante, plena, satisfactoria; que le da verdadero sentido a la vida.

Fe. Pero la entera consagración va junto con la fe. En realidad, no se puede hacer una entrega total del ser a Dios, si no hay fe para santificación. Fe es la condición del corazón que se apropia de la experiencia santificadora del Espíritu Santo.

            San Pedro afirmó lo siguiente: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo (a los gentiles) lo mismo que a nosotros (los judíos), y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:8-9). El Espíritu Santo purificó los corazones de judíos y gentiles; ellos tuvieron que creer. Creyeron en la promesa del Padre, confirmado por Cristo; creyeron en el poder del Espíritu Santo para purificarles. San Pablo afirma lo mismo en 2ª Tesalonicenses 2:13: Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados  por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación. Mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” “Fe en la verdad” significa confianza en todo lo que la Sagrada Escritura dice respecto a la santificación. Que es un mandato, que Dios prometió darnos el Espíritu Santo, que Dios el Espíritu Santo es el que santifica, que Dios quiere y puede hacerlo en usted. Que el mismo Dios de paz os santifique por completo... fiel es el que os llama, el cual también lo hará (1ª Tesalonicenses 5:23,24)

            Fe es algo más que asentir con la mente la verdad de las promesas divinas; es confianza en que Dios lo hará ahora; es la fuerza interna que nos lleva a la consagración total. La verdadera fe es la que lleva a la acción: Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu (1ª Pedro 1:22); La fe sin obras está muerta (Santiago 2:26).

            Consagración total y fe completa. Aquí es donde a veces el cristiano entra en crisis, luchando entre el deseo de la carne que no quiere morir y la voz del Espíritu Santo que llama a la santificación. Es este el momento cuando decide continuar bajo el acoso de la carnalidad, o someter su voluntad a la voluntad de Dios. La consagración es el acto voluntario y de fe, de entregar el yo carnal para que sea crucificado, como dice Gálatas 5:24: Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:16-24)Para que podamos testificar como Pablo: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo (el yo carnal), mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo (libre del pecado innato) en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios (Gálatas 2:20).

Ahí donde está usted, cante “En Consagración Sincera”, o “Salvador Mío” o “Renuévame”. Y luego ore al Señor. Deje que el Espíritu Santo entre en su vida con todo su poder purificador. ¡Gloria a Dios!

 

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