Tema 7. LA SANTIDAD ES UNA NECESIDAD DEL CREYENTE

11.04.2015 11:21

La santidad completa, es el resultado de la entera santificación. De aquí en adelante la santidad completa le llamaré sencillamente, la santidad o la santidad cristiana.

La entera santificación es necesaria para tener un corazón puro. 

Sin los impulsos del pecado innato; para tener impulsos santos, actitudes rectas; poder para vivir la vida de santidad. En el Salmo 51 vemos que David pide dos cosas: Perdón de sus pecados cometidos y limpieza del pecado innato.

Respecto a lo primero dice: Borra mis rebeliones… Aparta tu vista de mis pecados y borra todas mis culpas  (vv. 1 y 9 BPD). Su lujuria, codicia, adulterio y asesinato fueron actos de rebelión contra Dios. Esto es lo que llamamos pecado actual o pecado personal. Esto causa culpa. El pecador necesita confesar su pecado y arrepentirse para recibir perdón, como lo hizo David: Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos. (vv. 3,4). Esta obra divina de perdón de los pecados lo llamamos salvación o primera obra de gracia

La segunda cosa que pide David es pureza de corazón. Lo expresa con las siguientes palabras: “Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado”. “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre”. “Lávame y seré más blanco que la nieve” (vv. 2,5,7). Aquí está pidiendo la limpieza de su pecado innato, de su pecado heredado, la pureza de corazón, la entera santificación. David, llegó a tener conocimiento de esta segunda necesidad.

El corazón de esta oración está en el versículo 10: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí”. ¿Qué pide David? En primer lugar pide que Dios limpie su corazón de los impulsos pecaminosos, de todas las tendencias pecaminosas y de sentimientos negativos; lo que en el Nuevo Testamento se llama  pureza de corazón o santificación. En segundo lugar ora que Dios le dé un espíritu recto en su interior: móviles, actitudes, impulsos santos; que todo lo que diga y todo lo que haga sean movidos por una actitud de amor. Lo que en Gálatas Pablo llama el fruto del Espíritu (5:22). David comprendió que necesitaba la pureza de corazón para poder vivir en santidad, para ser un hombre íntegro. Este debe ser el clamor de todo convertido que le falta esta experiencia.

La santificación es necesaria para destruir el poder del pecado innato.

San Pablo enseña que los creyentes que aún son carnales, sufren una lucha interna entre lo que él llama “la carne”, y el deseo del Espíritu Santo: Digo, pues: andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne: y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis (Gálatas 5:16,17). Cuando el creyente cede a los deseos de la carne, éstos se manifiestan en diferentes formas: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes (Gálatas 5:19-21). El creyente necesita la purificación del pecado innato, para poder vivir en la plenitud del Espíritu Santo: Pero los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:24). Crucificar significa matar, mediante la consagración del creyente para que el Espíritu santo quite el poder de la carne y llene el corazón de su poder espiritual.

La santidad es necesaria para ver a Dios.

“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón” (Salmo 24:3 y 4). Limpio de manos quiere decir, limpio en sus acciones, limpio en su conducta. Puro de corazón significa motivaciones santas. “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8). “Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). La santidad es una vida previa a la muerte, es condición para entrar al cielo para vivir con Dios por la eternidad. Es para vivirla ahora.

La santidad es necesaria para esperar la segunda venida de Cristo y poder irnos con él.

            Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo (1ª Tesalonicenses 5:23). Lea también Mateo 24:29-51; 25:1-13; 1ª Tesalonicenses 3:13; 4:13-18.

La santidad es necesaria para servir a Dios.

“Que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días” (Lucas 1:74,75). Uno de nuestros enemigos es el pecado innato, la carnalidad, de la cual Dios puede librarnos. Los que sirven a Dios en un ministerio deben ser santos. Si usted tiene un ministerio en la iglesia y vive carnalmente, busque la pureza de corazón, y no impida que fluya la gracia de Dios a la iglesia y por medio de la iglesia, al mundo.

Los padres necesitamos el poder de una vida santa. Pablo dijo a Timoteo “Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice” (2ª Timoteo 1:5).

Aclaro a los adolescentes, que el mal ejemplo de los mayores no les justifica vivir carnalmente, porque cada uno responderá por sí mismo delante de Dios. A pesar de todo mal ejemplo, el joven puede recibir gracia de Dios para vivir en santidad, y ser puro como José, el hijo de Jacob.

 

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