Tema 9 Santidad es una provisión divina
Tema 9
Santidad es una provisión divina
Jesucristo derramó su sangre para hacer posible la pureza del corazón. “Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla... a fin de presentarla a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27). La muerte de Cristo hizo provisión para las dos obras de gracia: Llevó las culpas de los pecados personales de los seres humanos, por lo que puede perdonarlos. También derramó su sangre para santificar a los creyentes. Santificar es purificar del pecado innato, hacer santo. El perdón de los pecados personales es para los pecadores que creen en Cristo; esto es lo que llamamos salvación, o primera obra de gracia o santificación inicial; la santificación es para los creyentes que consagran su vida total al Señor, esto es lo que llamamos entera santificación, purificación del corazón o segunda obra de gracia.
Hebreos 10:10-14 dice: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre… Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. Y en el 13:12, agrega: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”. El escritor ha venido diciendo que los sacrificios de corderos que los sacerdotes aarónicos hacían, no podían quitar los pecados; solo eran símbolos que señalaban a Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), con su único y suficiente sacrificio.
San Juan Apóstol dice en su primera carta universal, capítulo 1, versículo 7: “Pero si andamos en la luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo, nos limpia de todo pecado”. Este mensaje es para los salvos, los convertidos, los cristianos que andan en la luz del evangelio y en la comunión de amor. Ellos son los que pueden ser limpiados de todo pecado, es decir, ser santificados y mantenerse limpios. Usted puede ser enteramente santificado. Cristo ya lo hizo posible al derramar su sangre con su muerte en la Cruz.