Tres Consejos
1. Busca la pureza de corazón, la eliminación de los impulsos pecaminosos. El corazón puro produce móviles puros y rectos. Se obtiene por la llenura del Espíritu Santo. Esta llenura se obtiene entregando totalmente la vida a Dios: tu cuerpo, tu mente, tus sentimientos y tu voluntad; tus dones y talentos; lo llamamos entera consagración (Romanos 12:1-2). Dios te tomará y llenará tu corazón con el Espíritu Santo. Además de purificar tu corazón de impulsos pecaminosos, tendrás poder para vivir una vida santa y la iluminación del Espíritu para saber qué hacer ante situaciones difíciles. 2 Tesalonicenses 2:13; Gálatas 5:21-24).
2. En este siglo posmodernista se está haciendo un sobre-énfasis en la tolerancia. Se está entendiendo como tolerancia, el respeto total a lo que piensa y cree toda persona. Si tratas de convertir a un compañero, puede tomarlo como intolerancia de tu parte, porque creerá que estás atacando su manera de creer y de ser, y puede rechazarte. Cuídate de no querer corregir sus creencias o su conducta. La estrategia ahora, es aprovechar la oportunidad, que se da, para contarle lo que ha pasado en tu vida: qué pensabas antes, como era tu conducta y cómo te sentías; cuéntale cómo y por qué llegaste al momento en que decidiste confiar en Jesucristo para recibir la paz de tu corazón; de cómo te sientes ahora y cuáles son tus valores actuales. Cuando termines, dale las gracias por haberte escuchado. Ora, antes, durante y después de dar tu testimonio, que el Espíritu Santo lo use para tocar el corazón de tu compañero. Confirma lo que has dicho con tu conducta. Espera que él reaccione buscando más información. No le digas lo que él debe hacer. Dile lo que dice la Biblia y lo que otros han hecho. Deja que el Espíritu Santo siga trabajando. Mantén en tu mente que no debes atacar sus pensamientos ni su comportamiento. Ser positivo. No lo olvides: No agredir
3. Cuando te encuentres ante una situación difícil y no sabes qué decir o hacer, ora en secreto que el Espíritu Santo te ayude a controlar tus impulsos, aclarar tu pensamiento, actuar con calma. Busca la orientación de tu pastor o de cristianos maduros, que ya pasaron por ese camino y aprendieron cómo responder. Cuando estamos bajo tensión, la mente no piensa con el cien por ciento de claridad, porque la nubla un poco o mucho la emoción que te causa la presión que sufres; necesitas otra mente serena que no está bajo esa presión que te ayude a aclarar la situación. Forma el hábito de buscar consejo.
Tu hermano, Jonás Aquino López