El Yugo Desigual
El Yugo Desigual
La primera corrupción moral de toda la sociedad humana, que trajo como consecuencia el castigo divino con el gran diluvio, fue cuando los hijos de Dios, los creyentes, se casaron con las hijas de los hombres, las incrédulas. (Génesis 6:1-8).
En la Ley de Moisés para el pueblo de Israel, se prohibió el casamiento de los creyentes judíos con mujeres extranjeras y paganas: Cuando Jehová, tu Dios, te haya introducido a la tierra en que vas a entrar para tomarla, y haya expulsado delante de ti a muchas naciones; al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo; siete naciones mayores y más poderosos que tú, y Jehová, tu Dios, te haya entregado y las hayas derrotado, las destruirás del todo. No harás con ellas alianza ni tendrás de ellas misericordia. No emparentarás con ellas, no darás tu hija a su hijo ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque apartará de mí a tu hijo, que servirá a dioses ajenos. Entonces el furor de Jehová se encenderá contra vosotros y os destruirá bien pronto.( Deuteronomio 7:1-4), Éxodo 34:11-16; Jehová quiso evitar que perdieran la práctica de las leyes divinas y se hicieran paganos como sus cónyuges.
Cuando los israelitas regresaron del destierro con Esdras y decidieron buscar de nuevo a Dios, reconocieron haber pecado contra Dios casándose con extranjeras. Esdras 10:2 dice así: “Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra”. Los mandamientos de Dios son justos y tienen el propósito de evitarnos mayores males.
En el Nuevo Testamento encontramos las mismas indicaciones divinas. San Pablo nos advierte del peligro del yugo desigual. Inspirado por el Espíritu santo escribe: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” (2ª Corintios 6:14-16). La metáfora alude al ambiente del campo agrícola. El campesino unce, es decir, amarra a dos bueyes en los extremos de una madera fabricada con ese propósito, llamado yugo. En medio del yugo sujeta el timón de una carreta o de un arado. Los bueyes tienen que ser iguales en tamaño y fuerza para que jalen parejo, de lo contrario, el buey débil jalará menos, si es que no se detiene porque no aguanta el tirón, y el fuerte avanzará más. El resultado será que estarán dando vueltas y el surco no saldrá derecho o la carreta no llegará a su destino. Cuando se obliga al buey débil avanzar con el aguijón, éste sufrirá y se volverá más rebelde, y el buey fuerte sufrirá incomodidad.
Una pareja unida en yugo desigual, sencillamente fracasará o por lo menos tendrá serios problemas de desajuste y de infelicidad.
Este mensaje es dirigido a los creyentes cristianos. Algunos, siguiendo sus pasiones, sin usar el sentido común para comprender la sabiduría de Dios, se han unido en yugo desigual, para fracasar luego en su matrimonio o perder la fe y su salvación.
El yugo desigual, pues, consiste en la unión matrimonial de un cristiano o cristiana con una persona pagana. No podrán ser “una sola carne”, es decir, unirse en su manera de pensar en un asunto tan importante como es la doctrina o la fe religiosa. No podrán estar unidos emocionalmente, pues un cónyuge ama a Dios y desea adorarlo, mientras que el otro ama las diversiones mundanales.
Por lo consiguiente tendrán decisiones opuestas, que serán motivos de discusiones y de disgustos. Los problemas aumentan cuando vienen los hijos, porque cada uno querrá educarlos conforme a su creencia particular. Difícilmente los hijos llegarán a ser cristianos de convicciones profundas.
La palabra divina le llama yugo desigual porque uno cree en Dios y le sirve, la otra persona cree en los ídolos, si es que cree en algo. El cristiano practica la justicia, la rectitud; la otra persona le interesa sacar ventaja a su prójimo y no le da importancia a los principios éticos. Uno anda en la luz de la verdad, la otra en la oscuridad del pecado, o viceversa. Un cónyuge honra a Cristo el otro a Satanás. El cuerpo de la persona cristiana es templo del Espíritu Santo, el cuerpo de la persona inconversa es instrumento de Satanás. No hay, pues, compatibilidad.
Quienes caen en esta trampa son las mujeres creyentes. Como el hombre trata de hacer todo lo que la novia le pide, por ganársela, cree ella que logrará hacerlo cristiano. No cae en la cuenta de que el hombre inconverso es falso, hará lo posible por conquistar a la novia, pero cuando ya son casados ya no tiene qué hacerle todos sus gustos.
Recién salido de la Escuela Bíblica, en mi primer pastorado, encontré a una pareja que me pidió los casara. Pregunté a los miembros de la iglesia por la vida del joven. Me dijeron que tenía dos años que asistía regularmente a la iglesia y que era un buen cristiano. Los casé. El día de la boda fue el último día que asistieron a la iglesia. El marido prohibió tajantemente a su esposa asistir a su iglesia. Tenía lo que quería. Visitando a la esposa le dije. Si él no quiere asistir a los cultos, ve tú, conserva tu fe en el Señor. “No”, me dijo ella, “porque mi marido dice que me abandonará si voy a la iglesia”.
El final del consejo para los cristianos solteros es el siguiente: Comprometerse obedecer el mandato divino de no iniciar un noviazgo con personas que no son cristianas. Es normal en todo ser humano, que puedan sentir atracción física de una persona del sexo opuesto, independientemente de su fe religiosa. Pero nadie debe actuar en base a sus emociones, sino en base a la voluntad de Dios. Niéguese a seguir contemplando al inconverso o la inconversa que le atrae. Rechace la idea de un acercamiento emocional con esa persona. No juegue al noviazgo con persona no creyente, porque será más difícil zafarse después.
Dios quiere nuestra felicidad, pero es necesario y sabio seguir las indicaciones de su Palabra.